El flow es la sensación holística que una persona experimenta cuando actúa con total inmersión en una actividad, aparece cuando, al estar realizando una actividad, se percibe que las propias habilidades son adecuadas para enfrentar los desafíos que se presentan, se tiene metas específicas y pistas claras para saber que está bien lo que se hace.
Durante la realización de la actividad, la concentración es tan intensa que no se puede prestar atención a cosas irrelevantes; la conciencia de sí mismo desaparece y el sentido del tiempo se distorsiona. De todos modos no es una experiencia extrema, es muy común que aparezca en el día a día al realizar una actividad en la que se tiene cierto nivel de pericia, por lo que se ha observado en una gran variedad de contextos como los deportes, el tiempo libre, el trabajo, lo académico.
Ahora, para el ámbito educativo, se puede conceptualizar el flow como una condición emocional y actitudinal del individuo en la que encuentra placer en su proceso de aprendizaje. La experiencia óptima es un constructo complejo formado por varias características, éstas pueden agruparse en factores.
En un trabajo de investigación de la cátedra de Seminario de Comunicación Eficaz, se ha contado con la colaboración mayoritaria de los estudiantes aunque la participación fue voluntaria y posterior al cierre de calificaciones. El nivel de participación fue superior al 60% en las condiciones descriptas.
Se ha verificado que aproximadamente la mitad de los encuestados han podido experimentar la experiencia óptima, y se ha modelado la participación de los cuatro factores (afectivo, cognitivo, de percepción de logro y de utilidad) para el logro de la experiencia.
Se ha puesto en evidencia, sin embargo, que el factor afectivo es el que aparece menos desarrollado en la muestra estudiada.
Por último, se ha observado un incremento del 19% en la percepción de utilidad de los TP propuestos, desde la perspectiva de los estudiantes que han experimentado el estado flow. Este resultado es consistente con la percepción de utilidad del curso y la pertinencia del sistema de evaluación implementado (incremento del 10%).
Esta diferencia quedaría seguramente enmascarada dentro de un promedio general, que de todos modos seguiría siendo satisfactorio (alrededor del 80%), pero desperdiciaría una valiosa oportunidad para reconocer la existencia de perfiles diferenciados de estudiantes, con experiencias de aprendizaje diferenciadas, que podrían ser explotadas para el mejor aprovechamiento del recurso didáctico.